Por: Jorge G. Conte Burrell
Fundador Alianza Contaminación Cero
Diariamente, nos enfrentamos a situaciones que nos ponen entre la espada y la pared, especialmente cuando no tenemos la suficiente información o el conocimiento necesario para hacer nuestras elecciones positivas para la sociedad, nuestra salud y el medio ambiente.
Permanentemente, interactuamos con productos que pensamos tienen impacto en el medio ambiente, pero no conocemos el porqué o en qué medida lo son. Algunas veces, intuimos su potencial impacto y los sacamos de los desechos comunes con la esperanza de que algún día encontremos el lugar o la empresa adecuada para que se hagan cargo de ellos.
Otras veces, la mayoría podría decir: no tenemos ni idea del contenido de los productos que adquirimos y que con el tiempo de uso procedemos a desechar a la basura común o directamente al ambiente, como un empaque plástico, pilas agotadas, termómetros de mercurio, una computadora o lámparas fluorescentes.
Algunos de estos productos tienen dentro de su composición no uno, sino múltiples vapores, metales y minerales tóxicos tanto para el medio ambiente y en especial, en la medida en que estos se acumulan, son altamente tóxicos para la salud de la sociedad, pero especialmente para grupos vulnerables, como las mujeres embarazadas, los adultos mayores y los niños y niñas menores de cinco años.
Las empresas, en general, en su objetivo de poner en el mercado la mayor cantidad de sus productos al menor precio posible, descuidan informar a los consumidores de los detalles de estos, y por falta de legislación y de real interés en ser empresas responsables eluden su obligación social de estructurar o participar en programas de recolección responsable de los productos que ponen en el mercado, como lo son: el papel, el vidrio, los envases plásticos, productos con mercurio y electrónicos, entre muchos otros. Estos productos tienen dentro de su naturaleza la capacidad de mejorar la vida de todos, pero igualmente la de intoxicar el medio ambiente y enfermar a la población en general y, particularmente, a los grupos vulnerables.
Para mejorar la relación salud–medio ambiente–responsabilidad social–beneficios económicos, es necesario que las empresas sean reguladas por ellas mismas, grupos empresariales, medios de comunicación, grupos deconsumidores, ambientalistas y/o legislaciones que tomen en cuenta los costos ambientales de sus acciones y que los mismos se interioricen.
De esta forma, la empresa podrá mantener un grupo de consumidores fieles, grupos ambientalistas a favor, cumplir con legislaciones nacionales o lineamientos internacionales y tener una prensa favorable que impulse su negocio de manera sostenible en el largo plazo y que tenga los retornos sobre sus inversiones necesarios para tener más que contentos a sus accionistas y a sus colaboradores.
Pero, principalmente, lograremos mejorar las condiciones de salud en nuestra sociedad, reducir los costos asociados con los servicios médicos y hospitalarios, disminuir el déficit actual de los sistemas de salud pública, dejando en manos de los gobiernos mayores recursos para invertirlos en sistemas de recolección y reciclaje, generando finalmente un círculo virtuoso, de mayor responsabilidad social empresarial, mejor legislación ambiental, menos tóxicos en el medio ambiente y mejor salud para la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario