Por: JORGE G. CONTE BURRELL.*
Desde el comienzo de la era industrial la producción de los países denominados"Desarrollados" y hoy aquellos en "Vía de desarrollo" se han multiplicado de forma exponencial, al igual que los residuos de estos procesos. Estos residuos, que van desde el agua caliente hasta los metales pesados e inclusive metales preciosos, han sido vertidos comúnmente en sistemas de alcantarillado, en el mejor de los casos, quebradas, ríos o directamente a cuerpos de agua, que concentran y distribuyen estos contaminantes con un destino común, los océanos.
Los océanos, por lo tanto, se han convertido en el basurero del ser humano, tanto del que vive y produce en tierra firme, como de los millones que viven, transitan y producen en los diversos mares y océanos.
En Panamá, por su extendida costa, su falta de tratamiento de los desechos sólidos urbanos y los líquidos industriales y el gran sistema comunicante de la actividad marítima mundial, hemos sido y seguimos siendo un punto negro encuanto a los desechos que vertimos al océano, los cuales se esparcen por toda la costa, por las corrientes marinas, afectando a las especies marinas y costeras ya los seres humanos que consumimos estos recursos.
La cadena trófica, por tanto, queda impregnada de nuestros propios desperdiciosy vuelven a nosotros como alimento, afectando nuestra calidad de vida y la salud en general de las poblaciones más vulnerables.
Uno de esos desechos es el mercurio, que se metiliza y se convierte en tóxico al contacto con el agua y se bioacumula por las especies marinas y costeras.
El metilmercurio presente en esos organismos al ser consumido por los humanos yanimales degenera el sistema nervioso central de los fetos menores de 3 meses, afecta los procesos motrices y cognitivos y produce el autismo en niños menores de 5 años; en grandes concentraciones produce cáncer en los adultos.
El mercurio está presente en productos de consumo masivo y uso frecuente como algunas pilas y baterías, especialmente las denominadas " Botón ", las lámparas fluorescentes y los bombillos ahorradores de energía, los termómetros y otros instrumentos de medición de presión especialmente en el sistema de salud público, las amalgamas dentales, los tomacorrientes y hasta en el azogue utilizado para ritos y ceremonias.
Dar a conocer dónde se encuentran y cómo manipular estos productos una vez termine su vida útil es función del Estado, a través de la ANAM, de los productores y distribuidores de esos productos, de los diputados a la hora de elaborar las leyes que los prohíban y regulen su adecuada disposición final y de los ciudadanos y ONG's de carácter ambiental, para que de ahora en adelante evitemos la contaminación de los océanos, fuentes de salud, riqueza y alimentos para toda la Humanidad.
*Fundador de Alianza Contaminación Cero.
jconte23@yahoo.com
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